La estudiante en posgrado del Centro Interdisciplinario en Ciencias Marinas, Geraldine Busquets Vass, en entrevista con “Tiempo de Ciencia” nos comparte las investigaciones acerca de la trayectoria de la ballena azul en el Océano Pacífico y de cómo puede ser evidencia del estado ambiental actual de las costas del noroeste mexicano.
El avistamiento de ballenas es uno de los fenómenos naturales que distingue a nuestras costas. Analizando la biología de estos mamíferos, es posible darse cuenta de su comportamiento y de qué es lo que las hace viajar tantos kilómetros por el Pacífico. El Golfo de California es una zona con una gran variedad de especies, por lo que existen varios puntos específicos en nuestros mares en donde se concentra la actividad marina. No obstante, Geraldine Busquets comenta: “Aún siendo la especie más grande del planeta, buscar una ballena en el Pacífico es como buscar una aguja en un pajar. Uno creería que el mar es diverso en toda su extensión, pero la verdad es que las especies se segregan en puntos muy específicos.”
La ballena azul viaja a través del Golfo de California siguiendo las segregaciones de crill, una especie de camarón pequeño que forma parte vital de su dieta. Una característica única de las ballenas es que su patrón migratorio es único por especie, cosa que facilita en gran medida su seguimiento. Por medio de una fotoidentificación a base de patrones de coloración y otros detalles en su cuerpo, se hace una distinción individual de las ballenas para seguir su desplazamiento a lo largo de los años y de ese modo, conocer a detalle la dinámica de su migración.
Un gran depredador como la ballena azul necesita de grandes cantidades de energía y alimento para subsistir; su presencia o ausencia nos da mucha información sobre la variabilidad de los ecosistemas. “La importancia de estudiar el comportamiento de estos animales tan fascinantes,” afirma la investigadora Geraldine Busquets, “es que nos sirve como indicador para conocer el estado actual de nuestros mares. Analizar la alimentación de las especies marinas es una manera muy efectiva de medir la biodiversidad, y La ballena azul es uno de los indicadores más notorios debido a su tamaño y a la cantidad de alimento que necesita. La megafauna marina nos da información acerca de lo que está pasando en el océano, y lo que tenemos que hacer es tomar estos bioindicadores y armar un rompecabezas que nos dé un panorama ecológico, hacia la conservación de nuestros ecosistemas.”
Fuente “Tiempo de Ciencia”:Tiempo de ciencia